Apego a un amigo.
Ay que dolor!! años a su lado y hasta ahora no había tenido ni el más minimo pensamiento de que se pudiera dar el apego afectivo a una persona. Un hecho crítico que ha sido el desencadenante de una revolución en mi interior me ha hecho, pensar, reflexionar y recapacitar.
Ay que dolor!! años a su lado y hasta ahora no había tenido ni el más minimo pensamiento de que se pudiera dar el apego afectivo a una persona. Un hecho crítico que ha sido el desencadenante de una revolución en mi interior me ha hecho, pensar, reflexionar y recapacitar.
La primera reacción ha sido de rabia y de dolor.
La segunda ha sido mantener esa rabia y desde esa rabia saber que tenia que intentar resolver todo el malestar interno que me había generado.
Una conferencia llega a mi en un buen momento. Su titulo Soltar las preocupaciones y liberarse del miedo. Al oir la exposicion del conferenciante enseguida comprendí que era lo que me estaba pasando. El habló del miedo y las reacciones que tenemos ante él y ahí di con una respuesta. Mi rabia no fue otra cossa que una reacción de mi miedo, una reacción en forma de huída. Ahora ya entiendo algo. Pero mi rabia sigue conmigo. He necesitado unos días para aceptarla y ahora me encuentro en fase de apaciguarla, aceptarla, entenderla y colocarla. Pero mientras hago eso estoy alejada del que fue el detonante, o sea de mi amigo.
Huyo y le rehuyo. Me gustaría que se pusiera en mi lugar, pero veo al mismo tiempo yo no me se poner en el suyo, así que cada uno va a tener que hacer su propio camino.
No he dado señales de vida desde hace días y a las suyas respondo de forma breve, cortante e incluso con un cierto tono borde, pero es que ahora mismo no me sale hacerlo de otro modo. Me recreo en ello autojustificante que he salido victoriosa de esa situación, pero en el fondo me ni me gusta ni me hace sentir bien.
Una buena amiga y a su vez consejera me dijo que esta situación es como estar cogida al rabo de un búfalo. Y este me hace ir por donde quiere. Y yo sin ser capaz de ver lo que me viene por delante, a pesar de que lo que vivo en su recorrido, me puede gustar más o menos, me gusta más o menos, yo,no suelto el rabo y he aquí cuando aflora más intensamente que nunca, mi compañero fiel en este viaje, el APEGO.
Un compañero cegador. Una emoción castradora de mis propias emociones, de mis propios sentimientos, de mis propias experiencias y de mis propias vivencias. Una pena no ver más allá de mi misma. Una làstima no ser capaz de ver esta situación desde otra perspectiva. Por eso sigo en mi decisión, no se si acertada o no, de alejamiento.
Yo no entiendo su reacción. Él no entiende mi postura. Yo he entendido que para él no ha pasado nada, y que el ha decidido quedarse donde está pues piensa que no debe interferir en mi decisión de alejamiento. Esa respuesta no me gusta, pues preferiria que sacara pecho y tratara de comunicar conmigo. Pero por esa msma razón soy yo que puedo dar ese paso, y ahora no quiero darlo. Asi que no queda otra cosa que decir que que los dos hemos encallado. Él sabrá como quiere seguir. Yo seguiré pensando en si quiero seguir.
Esta situación es casi tan dolorosa como una ruptura sentimental. Siento que hay mucho en juego. Y mientras pienso en el posible final, me duele en el alma tener que vivir el momento de devolverle todas sus pertenencias, incluídas las llaves de su casa. Pero como se suele decir No es tan duro el dolor surgido por la pérdida como el sufrimiento provocado por el apego.
Espero tener la claridad suficiente para tomar la decisión más conveniente. (28/04/2013)
Huyo y le rehuyo. Me gustaría que se pusiera en mi lugar, pero veo al mismo tiempo yo no me se poner en el suyo, así que cada uno va a tener que hacer su propio camino.
No he dado señales de vida desde hace días y a las suyas respondo de forma breve, cortante e incluso con un cierto tono borde, pero es que ahora mismo no me sale hacerlo de otro modo. Me recreo en ello autojustificante que he salido victoriosa de esa situación, pero en el fondo me ni me gusta ni me hace sentir bien.
Una buena amiga y a su vez consejera me dijo que esta situación es como estar cogida al rabo de un búfalo. Y este me hace ir por donde quiere. Y yo sin ser capaz de ver lo que me viene por delante, a pesar de que lo que vivo en su recorrido, me puede gustar más o menos, me gusta más o menos, yo,no suelto el rabo y he aquí cuando aflora más intensamente que nunca, mi compañero fiel en este viaje, el APEGO.
Un compañero cegador. Una emoción castradora de mis propias emociones, de mis propios sentimientos, de mis propias experiencias y de mis propias vivencias. Una pena no ver más allá de mi misma. Una làstima no ser capaz de ver esta situación desde otra perspectiva. Por eso sigo en mi decisión, no se si acertada o no, de alejamiento.
Yo no entiendo su reacción. Él no entiende mi postura. Yo he entendido que para él no ha pasado nada, y que el ha decidido quedarse donde está pues piensa que no debe interferir en mi decisión de alejamiento. Esa respuesta no me gusta, pues preferiria que sacara pecho y tratara de comunicar conmigo. Pero por esa msma razón soy yo que puedo dar ese paso, y ahora no quiero darlo. Asi que no queda otra cosa que decir que que los dos hemos encallado. Él sabrá como quiere seguir. Yo seguiré pensando en si quiero seguir.
Esta situación es casi tan dolorosa como una ruptura sentimental. Siento que hay mucho en juego. Y mientras pienso en el posible final, me duele en el alma tener que vivir el momento de devolverle todas sus pertenencias, incluídas las llaves de su casa. Pero como se suele decir No es tan duro el dolor surgido por la pérdida como el sufrimiento provocado por el apego.
Espero tener la claridad suficiente para tomar la decisión más conveniente. (28/04/2013)