El
porqué de las cosas es algo que no tiene explicación. Éstas
simplemente suceden. Este es el único argumento que me vale para dar
credibilidad a una parte de mi vida que empezó cientos de días atrás.
Esas
cosas son un pedacito de mi día a día que, a cuentas gotas, he
compartido contigo. Digo “a
cuenta
gotas”,
porque
las ocasiones se dan con esa frecuencia, manteniendo huecos
en la linea del
tiempo. Aunque, si reuniéramos
todas esas gotas en el mismo recipiente, nos quedaríamos
boquiabiertos de ver todo lo que suman estando juntas.
De
todos modos, estamos igualmente sorprendidos de ver cuan largo es el
trazado de todo el camino recorrido hasta el punto en el que ahora
nos encontramos. Echando la vista hacia atrás, nunca hubiera
imaginado ser propietaria de todo ese legado de buenos momentos.
A
pesar de creer que mi acción inicial era/fue una locura y una
sinrazón, debo reconocer que me alegro de la decisión que tomé un
día de verano. Tal vez
sea cierto eso de que es mejor lamentarse de lo hecho que de lo que
no se hizo. Ese tipo de dudas a veces matan. Pero hemos cambiado
dudas por acciones, las cuales también nos llevan a pensar que
matan, con la diferencia remarcable, de que estas nos matan de
placer.
Tengo
claro porque he llegado hasta aquí. A veces me pregunto si tú
también lo tienes claro. Pero dejo que mi curiosidad se disipe entre
mis neuronas con la misma facilidad con la que llegó a ellas. Creo
que esa respuesta no la llegaré a conocer, por tanto puedo ahorrarme
la pregunta. Sin embargo dejo una rendija abierta por si algún día
esa respuesta se colara entre las palabras que pueden emanar de tu
boca.
Este
texto quiere ser un tributo a tu año y al camino recorrido.
Para
este tributo me he basado en parejas de palabras que considero
acertadas para reflejar distintos momentos que hemos vivido y
compartido. Son palabras que me traen a la mente recuerdos, momentos,
experiencias, sensaciones, sentimientos, y un sinfín de cosas más
que han dejado huella en mi. Son pares de palabras que he sido capaz
de juntar ahora, viviendo el presente pero mirando un poco hacia el
pasado.
Todas
ellas son fiel reflejo de una historia, de una pasión, de una
aventura, de una experiencia que compartimos y que ocurre en un
universo muy particular, alejado de cualquier elemento externo que se
relacione con nuestro día a día.
Expectante
y precavido.
Esperando
bajo los arcos, expectante. Despidiéndote, precavido.
Llegando
a los arcos, curiosa. Despidiéndome, con interrogantes.
Cauto
y respetuoso
Estás
en tu territorio, pero eres cauto en tus palabras.
Estás
en tu territorio, y como un caballero decides ser respetuoso.
Me gusta recibir ese trato.
Curioso
e inquieto.
Buscas
algo que no sé que es. No expresas tus deseos, ilusiones o
fantasías. Pero tu cuerpo se delata y te impulsa a jugar, a seguir
un juego, la curiosidad te guía para ello. Tienes hambre de más, tu
ser más inquieto florece. Me transmites esa inquietud y nos damos de
bruces al dejarnos llevar descontroladamente.
Ingenuo
y deseoso.
Mi
mente da mucho juego a las palabras y a los hechos. Y a veces te ha
definido como alguien con una alta dosis de ingenuidad, aunque ahora
que lo pienso, tal vez la ingenua sea yo. Pero tampoco es momento de
decantar la balanza hacia ninguna de las partes. Así que la
ingenuidad se queda allí de recuerdo, y dejas aflorar tu deseo para
continuar esta aventura que ya se nos ha ido de las manos.
Juguetón
y decidido.
Tengo
muy presente que me gusta jugar. Me gusta el juego. Me gusta que me
sigas el juego. Me gusta que me propongas jugar. Todo lo que sea para
evitar caer en algo llamado rutina siempre será bienvenido. Todo???
Cierto es que nunca hemos explicitado donde tenemos puestos los
límites, pero ha quedado muy claro que hemos traspasado más de uno.
Aún así, me atrevo a decir que ninguna de las partes se arrepiente
de ello.
Pero
eso no quita que haya habido algún momento que me ha dejado
descolocada, tal vez enfadada, o tal vez dolida. Pero me has brindado
la ocasión de poder hablar y compartir los sentimientos de esas
ocasiones, lo que me ha devuelto la calma necesaria para continuar la
senda que hemos elegido. Aquí no me podrás negar que tu has sido
más decidido.
Obediente
y sumiso.
No
somos ni obedientes ni sumisos, pero hay momentos en que no nos
importa borrar esas palabras de nuestro diccionario porque sabemos
que no tenerlas en cuenta nos beneficiará de alguna manera, puesto
que ante todo buscamos el placer en lo que hacemos y en lo que
decimos. Me dejas hacer? Te importa que te haga? Te molesta si…?
Por qué no te pones ahí? La lista puede ser muy larga. Quedémonos
pues con lo que hemos hecho en un momento dado para satisfacer el
deseo del otro, a sabiendas de que nos llevaremos el premio los dos.
Risueño
y persuasivo.
Tal
vez no lo sepas, porque tal vez no lo haya dicho. Pero en
determinados momentos solo ver como se dibuja la sonrisa en tus
labios, me funde. Me funde en el deseo de querer hacerme esa boca
mía. Y disimuladamente voy a por ellos. Porque me seducen, me
atraen, me provoca miles de sensaciones el saborearlos, teniendo la
certeza de que mientras me los como sonríen tanto como los míos.
A
veces no sé escapar de tus redes. A veces no sé ni cómo ni cuándo
las has lanzado redes, pero me tienes atrapada. Sabes sacar a relucir
todas tus artes disuasorias para seducirme y persuadirme. Y yo me
dejo.
Paciente
y buen escuchador.
No
nos hemos prodigado en traspasar la barrera que lleva a nuestras
propias realidades. Tal vez las verdaderas, las que necesitamos
abandonar por un rato para transportarnos a otro sitio donde nos
sentimos más nosotros mismos. Momentos donde no sólo queda desnudo
nuestro cuerpo, si no también un pedacito de nuestra alma. Eso ha
sido como un pacto de silencio siempre respetado, siendo, además,
algo de gran valor en cada paso que nos lleva a seguir avanzando por
nuestro camino particular.
Ahí
me llevas algo de ventaja para hacer frente al par de palabras que
encabezan este párrafo. Has tenido y tienes mucha paciencia conmigo.
Eres capaz de escucharme sin que te lo pida y tras esa escucha
pasiva, eres capaz de elegir el momento en que sabes que puedo
escuchar una respuesta.
Cuidador
y delicado.
A
lo largo de todo mi recorrido personal, y hablando desde mi más
profunda intimidad, diría que has alcanzado el primer puesto del
podio en tratarme con suma delicadeza y cuidado. Tu dices que en los
momentos de intimidad que compartes conmigo sólo estás pendiente de
ti, tal vez sea verdad (me doleria si así fuera), pero no lo siento
cien por cien así. Aunque es muy importante que cada uno sienta lo
que le provoca en su cuerpo cada roce, caricia, o beso que recibe del
otro, también estamos muy pendientes de que el otro se sienta bien,
ahí es cuando entra lo de cuidador y delicado. No sé si me explico,
pero si sé que es lo que siento.
Generoso
y agradecido.
No
conozco esta faceta en tu vida de diario, pero en la parte que he
conocido o que me has dejado conocer, reconozco que ambas palabras se
ajustan o encajan perfectamente con la persona que eres cuando
caminas a mi lado en el recorrido que compartimos.
Amante
y amigo.
Unas
de tus primeras palabras hacia mi persona fueron, me conformo con
poder ser tu amigo. Y cuando decidimos dar el pistoletazo de salida a
algo que no sabíamos ni lo que era,
el primer paso fue el de amantes, y el segundo y el tercero, y así
sucesivamente . Pasos que por cierto ya ni
cuento, porque después del infinito no sé que número viene; pero
con tanto paso y tanto camino recorrido, puedo decir que te siento y
te considero MI AMIGO. Se dice que los amigos se eligen. Aquí no sé
quien eligió a quien, pero llegar al término amigo, no ha sido nada
difícil. Así es como te siento. Y ojalá tu sientas algo parecido
en relación a mi persona. Y si no es así, que sepas, aquí y ahora,
que además de una amante, tienes una AMIGA.
Soy capaz de seguir escribiendo. Se que me he dejado muchas cosas
en el tintero. Pero tu has estado conmigo en todos esos momentos que
me he dejado fuera de este texto, por tanto tengo la convicción de que lo
que acabas de leer es un buen resumen de lo que nos hemos regalado
mutuamente desde aquel día en que coincidimos bajo unos arcos.
Por
todo ese camino recorrido. Por toda la experiencia vivida. Por todo
lo que hemos compartido… GRACIAS.
Expectante
y precavido.
Cauto
y respetuoso.
Curioso
e inquieto.
Ingenuo
y deseoso.
Juguetón
y decisivo.
Obediente
y sumiso.
Risueño
y persuasivo.
Paciente
y buen escuchador.
Cuidador
y delicado.
Generoso
y agradecido.
Amante
y amigo.