Han pasado casi 12 años y en ese recorrido han pasado infinidad de cosas en relación al tema de la adopción en general y de mi caso en particular.
Doce años en los que ha habido rabia, dolor, impotencia, incomprensión, interrogantes, fantasmas, miedos, dudas, etc. Y todo ello en grandes dosis. Pero afortunadamente hoy las aguas de mi interior estan en una calma casi total.
Doce años en los que he trabajado todos esos sentimientos, con profesionales, amigos, familia e incluso desconocidos que se han acercado a mi para compartir su vivencia y apoyarme en la mía.
Ha sido un camino con tramos duros y amargos aunque alguno de ellos al final ha dejado un dulce sabor de boca, como ha sido conocer a mis dos sobrinas por las que pienso me he dejado adoptar, más que que ellas han sido adoptadas.
He derramado muchas lágrimas en ese periodo de tiempo que menciono, lágrimas que salían de mis ojos enviadas por el dolor desgarrador que sentía mi corazón. Pero ahora puedo decir que me siento orgullosa de haber podido llorar, pues esas lágrimas son las que me han hecho madurar el tema, trabajarlo, aceptarlo, encajarlo en mi propio esquema interior y seguir adelante en mi dia a dia.
Se que llevo bien este aspecto, aunque tambien reconozco que no lo tengo superado al cien por cien, pero eso tampoco es algo que me afecte en demasía.
Escribo esto a dia de hoy, casi para darme un homenje, por haber llegado hasta hoy, por haber llegado aquí y ahora, y ello ha sido también, gracias en parte, a Marcia, una mujer que vive al otro lado del océano, que contactó conmigo esta semana tras leer mi historia en la red y quien me preguntó si podía darle mi opinión en relación a si los padres deben decir la verdad a sus hijos en relación a su situación de adopcion. Por su puesto esa pregunta activó todas mis alarmas, pero mi nueva amiga, tuvo su respuesta. Ella es periodista y estaba trabajando en un tema de adopción y quería tener información de primera mano. A lo que no me negué pues explicar mi historia y mis sentimientos es una forma seguir sanando mi herida. Pero cual no ha sido mi sorpresa, al acceder hoy al periódico de mi contacto y ver que el relato que ha publicado son mis propias palabras de respuesta a sus preguntas. Aún asi reconozco que me gusta ver publicada mi propia versión, por eso la adjunto a continuación,
http://www.eluniverso.com/noticias/2013/07/27/nota/1214376/cristina-adopcion-no-verdades-son-tan-perjudiciales-como-mentiras
Cristina: en la adopción 'las no verdades son tan perjudiciales como las mentiras'
"Un
proceso de adopción no es fácil. Todo lo contrario... es largo, difícil
y duro. La espera se hace casi infinita y estoy segura de que en esa
espera, a los padres se les aparecen todos los fantasmas habidos y por
haber. Dudas, miedos, sentimientos de si es una buena opción, de si
sabrán ser padres, de si querrán a su hijo, de como lo educarán, del
proceso de integración en el núcleo familiar; y, sobretodo, imagino que
se plantearán las preguntas: ¿Le debemos decir que es adoptado?; ¿Cómo
se lo decimos?; ¿Cuándo se lo decimos?
"Son preguntas muy difíciles, pero para las cuales los padres deben prepararse porque van a tener que tomar decisiones y en algún momento se enfrentaran a esa realidad. Cuando los hijos llegan a su nuevo hogar, los padres deben estar felices... Está claro que siempre existen miedos de si lo que se hace es lo mejor o lo correcto. Esas son dudas tanto de los padres biológicos como adoptivos. Así que ese punto no es un problema.
"Para mi la palabra naturalidad es la clave. Y por mi experiencia personal la tendencia de todos los padres adoptivos es la hipersobreprotección. Gran error!, pero los padres a priori no son conscientes de ello. Lo ven como algo normal, algo que deben hacer. Su hijo/a acaba de llegar a un entorno desconocido, en el que puede sentirse "agredido" por algún agente externo (familiares, amigos, vecinos, compañeros de colegio, etcétera); y eso lo deben evitar a toda costa.
"Desde un principio el niño/a adoptado debe conocer la verdad. Debe vivir su propia realidad. Vivir plenamente integrado en su familia conociendo cual es su procedencia real. El niño debe saber que es adoptado desde el primer momento; eso sí, hay que hablar del tema con naturalidad y explicarle las cosas haciendo uso de un vocabulario adecuado a la madurez mental del niño.
"Evidentemente, a medida que el niño crece, surgirán nuevas preguntas. Tendrá dudas. Querrá escuchar de nuevo su historia, etcétera. Si se da esa situación, hay que dar todas las explicaciones necesarias. No hay que huir, ni taparlo y mucho menos evitarlo. Este tema debe ser tratado en el seno de la familia como cualquier otro que genere inquietud a cualquiera de sus miembros. Ya sea algo de salud, de educación sexual, etcétera.
"Las no verdades son tan perjudiciales como las mentiras. No decir la verdad es como vivir enjaulado. Los padres vivirán toda la vida con miedo y harán lo posible para mantener a su hijo alejado de cualquier fuente de 'contaminación', entendiendo esto como alejarlo de entornos y personas que puedan delatar su secreto. O pedirán a la familia que hagan un pacto de silencio. Y eso no es más que vivir las 24 horas que tiene cada dia con el corazón en un puño; y al final de la vida eso pasa factura.
"Las mentiras no sirven de nada. Y por un motivo u otro, tarde o temprano, todo sale a la luz. El saber la verdad desde el primer momento evitará un posterior sufrimiento a padres e hijos; y, si eso se puede evitar, ¿Por qué no es ese el mejor motivo para vivir la verdad desde el primer día?
"Cierto es que cada persona es un mundo, al igual que cada familia tiene unos patrones de funcionamiento, pero en este caso en concreto defiendo a ultranza y sobretodo, el hecho de poner la verdad por delante. En mi caso en particular conocer la noticia a través de terceros cuando mis padres estaban muertos fue un golpe bastante duro. En segundo lugar fue casi mas duro el hecho de ya no tener a mis padres para resolver todos mis interrogantes.
"Finalmente, se apoderó de mi el sentimiento de haber vivido 33 años en una mentira y salir de ahí me costó varios años. Al sentimiento de la mentira se unió la pregunta recurrente ¿Por qué no me lo han dicho? Eso me generó un dolor profundo, de esos que desgarran el alma, aunque parezca exagerado. Me ha costado mucho superar este obstáculo. Me ha costado mucho aceptar esta situación, me ha costado perdonar a mis padres, pero creo que hoy puedo decir que la situación ya está aceptada; y colocada en mi estructura interior. Aunque también reconozco que no está superada al ciento por ciento. Soy capaz de hablar abiertamente del tema, si alguien lo pone sobre la mesa, pero no seré yo la que en un momento dado pueda explicar mi situación personal.
"Ser adoptado, a ojos de la sociedad, es todavía como si llevaras una etiqueta. Es como si formaras parte de algún colectivo social diferente, casi estigmatizado. Tal y como puede ser el de religiones, tendencias sexuales etcétera. Donde vivo, a pesar de la diversidad cultural en la que estamos inmersos, el hecho de ser adoptado es todavía algo que genera reticencias. Hay gente que lo ve como un colectivo social diferente. Y ante eso solo puedo decir que la gente que piensa así, es porque desconoce totalmente el tema, porque le da miedo lo que no conoce; y no se molesta en informarse o en vivirlo con la naturalidad que se merece.
"Para mi, ser adoptado, es lo mismo que ser alto, rubio, bombero, o ruso. Es una característica de una persona y nada más. Desde que supe la noticia hasta la fecha han pasado 12 años. Y en todo este tiempo han pasado muchas cosas en relación a ello. Ha sido mucha la gente con la que he mantenido contacto y que me ha ayudado muchísimo a entender y a aceptar. En ese recorrido he tenido que recurrir a la ayuda de profesionales, a los que les agradezco enormemente su visión y su acompañamiento en mi proceso.
"Y la cereza a mi pastel es que tengo dos sobrinas adoptadas. Y en el caso de una de ellas, fui a conocerla para volver a casa con ella a su país de origen; y eso me permitió sanar mi herida, pues pude vivir el proceso de adopción desde el punto de vista de los padres y desde fuera. Fue maravilloso. Y esa niña es la niña de mis ojos, hasta el punto que soy su tutora legal en caso de que pudiera pasarle algo a sus padres.
"Con todo lo dicho, solo puedo añadir que independientemente de mis orígenes, yo soy lo que soy, aquí y ahora y en cualquier parte del mundo; y eso no lo cambia nada. Estoy contenta de ser quien soy. Y solo puedo decir, como la canción "Gracias a la vida que me ha dado tanto".
"Son preguntas muy difíciles, pero para las cuales los padres deben prepararse porque van a tener que tomar decisiones y en algún momento se enfrentaran a esa realidad. Cuando los hijos llegan a su nuevo hogar, los padres deben estar felices... Está claro que siempre existen miedos de si lo que se hace es lo mejor o lo correcto. Esas son dudas tanto de los padres biológicos como adoptivos. Así que ese punto no es un problema.
"Para mi la palabra naturalidad es la clave. Y por mi experiencia personal la tendencia de todos los padres adoptivos es la hipersobreprotección. Gran error!, pero los padres a priori no son conscientes de ello. Lo ven como algo normal, algo que deben hacer. Su hijo/a acaba de llegar a un entorno desconocido, en el que puede sentirse "agredido" por algún agente externo (familiares, amigos, vecinos, compañeros de colegio, etcétera); y eso lo deben evitar a toda costa.
"Desde un principio el niño/a adoptado debe conocer la verdad. Debe vivir su propia realidad. Vivir plenamente integrado en su familia conociendo cual es su procedencia real. El niño debe saber que es adoptado desde el primer momento; eso sí, hay que hablar del tema con naturalidad y explicarle las cosas haciendo uso de un vocabulario adecuado a la madurez mental del niño.
"Evidentemente, a medida que el niño crece, surgirán nuevas preguntas. Tendrá dudas. Querrá escuchar de nuevo su historia, etcétera. Si se da esa situación, hay que dar todas las explicaciones necesarias. No hay que huir, ni taparlo y mucho menos evitarlo. Este tema debe ser tratado en el seno de la familia como cualquier otro que genere inquietud a cualquiera de sus miembros. Ya sea algo de salud, de educación sexual, etcétera.
"Las no verdades son tan perjudiciales como las mentiras. No decir la verdad es como vivir enjaulado. Los padres vivirán toda la vida con miedo y harán lo posible para mantener a su hijo alejado de cualquier fuente de 'contaminación', entendiendo esto como alejarlo de entornos y personas que puedan delatar su secreto. O pedirán a la familia que hagan un pacto de silencio. Y eso no es más que vivir las 24 horas que tiene cada dia con el corazón en un puño; y al final de la vida eso pasa factura.
"Las mentiras no sirven de nada. Y por un motivo u otro, tarde o temprano, todo sale a la luz. El saber la verdad desde el primer momento evitará un posterior sufrimiento a padres e hijos; y, si eso se puede evitar, ¿Por qué no es ese el mejor motivo para vivir la verdad desde el primer día?
"Cierto es que cada persona es un mundo, al igual que cada familia tiene unos patrones de funcionamiento, pero en este caso en concreto defiendo a ultranza y sobretodo, el hecho de poner la verdad por delante. En mi caso en particular conocer la noticia a través de terceros cuando mis padres estaban muertos fue un golpe bastante duro. En segundo lugar fue casi mas duro el hecho de ya no tener a mis padres para resolver todos mis interrogantes.
"Finalmente, se apoderó de mi el sentimiento de haber vivido 33 años en una mentira y salir de ahí me costó varios años. Al sentimiento de la mentira se unió la pregunta recurrente ¿Por qué no me lo han dicho? Eso me generó un dolor profundo, de esos que desgarran el alma, aunque parezca exagerado. Me ha costado mucho superar este obstáculo. Me ha costado mucho aceptar esta situación, me ha costado perdonar a mis padres, pero creo que hoy puedo decir que la situación ya está aceptada; y colocada en mi estructura interior. Aunque también reconozco que no está superada al ciento por ciento. Soy capaz de hablar abiertamente del tema, si alguien lo pone sobre la mesa, pero no seré yo la que en un momento dado pueda explicar mi situación personal.
"Ser adoptado, a ojos de la sociedad, es todavía como si llevaras una etiqueta. Es como si formaras parte de algún colectivo social diferente, casi estigmatizado. Tal y como puede ser el de religiones, tendencias sexuales etcétera. Donde vivo, a pesar de la diversidad cultural en la que estamos inmersos, el hecho de ser adoptado es todavía algo que genera reticencias. Hay gente que lo ve como un colectivo social diferente. Y ante eso solo puedo decir que la gente que piensa así, es porque desconoce totalmente el tema, porque le da miedo lo que no conoce; y no se molesta en informarse o en vivirlo con la naturalidad que se merece.
"Para mi, ser adoptado, es lo mismo que ser alto, rubio, bombero, o ruso. Es una característica de una persona y nada más. Desde que supe la noticia hasta la fecha han pasado 12 años. Y en todo este tiempo han pasado muchas cosas en relación a ello. Ha sido mucha la gente con la que he mantenido contacto y que me ha ayudado muchísimo a entender y a aceptar. En ese recorrido he tenido que recurrir a la ayuda de profesionales, a los que les agradezco enormemente su visión y su acompañamiento en mi proceso.
"Y la cereza a mi pastel es que tengo dos sobrinas adoptadas. Y en el caso de una de ellas, fui a conocerla para volver a casa con ella a su país de origen; y eso me permitió sanar mi herida, pues pude vivir el proceso de adopción desde el punto de vista de los padres y desde fuera. Fue maravilloso. Y esa niña es la niña de mis ojos, hasta el punto que soy su tutora legal en caso de que pudiera pasarle algo a sus padres.
"Con todo lo dicho, solo puedo añadir que independientemente de mis orígenes, yo soy lo que soy, aquí y ahora y en cualquier parte del mundo; y eso no lo cambia nada. Estoy contenta de ser quien soy. Y solo puedo decir, como la canción "Gracias a la vida que me ha dado tanto".
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